Frente a la insistencia y proliferación de los llamados “nuevos síntomas” el psicoanálisis ofrece un tratamiento específico de dichas problemáticas. A pesar de los cambios epocales a nivel social, económico y político, este método terapéutico conserva toda la eficacia de los orígenes.
En una época en donde el tiempo es acelerado, las imágenes marean circulando con gran rapidez y las exigencias de la vida en la sociedad actual genera demandas difíciles de satisfacer; el psicoanálisis invita a un espacio que privilegia la palabra. Partiendo de una ética del deseo, contribuye a que el sujeto se encuentre con aquello que lo singulariza.
Debido a modificaciones en la formas de sufrimiento y cambios en los lazos sociales, los psicólogos y el psicoanálisis (sus teorías y técnicas) tuvieron que enmarcarse en la actualidad. En este sentido, la terapia en cuestión no es ortodoxa y establece diálogos con otros profesionales según el caso (psiquiatras, médicos, acompañantes terapéuticos, nutricionistas, etc.). Muchas nociones terapéuticas inherentes al psicoanálisis se fueron enriqueciendo con el aporte de colegas, demostrando la necesidad de una constante actualización de las teorías en pos de extender el psicoanálisis a la sociedad.
Desde esta perspectiva clínica, la única dirección que tiene un análisis es la cura. Una cura que se sostiene del abordaje de las causas del malestar. Definiendo como objetivo un cambio de posición subjetiva, la terapia previene la repetición, recaída o reincidencia de las problemáticas en juego. Es por eso que la clínica psicoanalítica persigue la cura y no la recuperación.
Podemos concebir lo desagradable o dificultoso, como uno de los caminos posibles que toma alguien cuando está inmerso en una situación de búsqueda. La terapia analítica permite diagramar un nuevo camino para encontrar respuestas verdaderas de forma menos dolorosa.
La anorexia y la bulimia son pensadas como posiciones subjetivas específicas, que se vuelven un recurso cuando alguien enfrenta una difícil situación existencial. El propósito de la terapia será entonces posibilitar el descubrimiento de una nueva e inédita forma de existir.
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